El galleguismo
es una corriente intelectual cuyo objetivo es el hacer perpetuar mediante la
defensa y promoción activas, la cultura e identidad propias de Galicia en todas
sus manifestaciones (lengua y literatura, música, folclore, gastronomía,
tradiciones, etc.). Dichas actividades son llevadas a cabo tanto por instituciones
públicas como por entidades privadas (asociaciones, fundaciones, ...).
Debido a la evolución histórica de Galicia en el
marco de la nación española, el galleguismo será usado en diferentes ocasiones
con fines políticos por diferentes partidos políticos sin una orientación
ideológica definida (aunque predomina en aquellos partidos de ideología
nacionalista).
El galleguismo apareció a mediados del siglo XIX,
cuando se formuló como provincialismo y posteriormente como regionalismo. El
término se utiliza especialmente a partir de la constitución de la primera
Irmandade da Fala en 1916 en La Coruña. Las Irmandades eran una organización en la que
participaban la pequeña burguesía e intelectuales, estando lideradas por Antón
Villar Ponte. Este primigenio núcleo galleguista se configura más como movimiento que como partido, es
decir, como una amplia corriente de opinión que intenta aglutinar bajo unos
adjetivos políticos mínimos y muy generales un amplio consenso social. La
reivindicación base de este movimiento era la lengua gallega y, como su nombre
indica, las Irmandades centraban su actividad casi exclusivamente en la tarea
de conquistar un estatus digno para la lengua gallega.
En la década siguiente se consolidaron dos
corrientes: la republicana autonomista de la ORGA, liderada por Casares Quiroga y el propio Antón Villar Ponte, fundada en La
Coruña en 1929 (la cual se integraría durante la Segunda República en
la Izquierda Republicana de Manuel Azaña), y la nacionalista, alrededor del Partido Galeguista
de Castelao, fundado en 1931 e incluyendo numerosos militantes
provenientes de la ORGA, como Villar Ponte. La ORGA participó en el Pacto de
San Sebastián (1930).
Con el advenimiento de la Segunda República en
1931,
se redactaron diversos anteproyectos y bases para un Estatuto de Autonomía, cuya propuesta definitiva se aprobó en
diciembre de 1932 en la Asamblea de Municipios de Santiago de Compostela. El
Estatuto fue aprobado en referéndum el 28 de junio de 1936 y por las Cortes
Españolas en 1937, en plena Guerra Civil. Dado que Galicia había
permanecido desde el principio de la guerra en manos de los sublevados, no pudo
aplicarse. Muchos galleguistas tuvieron que exiliarse, huyendo de la represión
franquista.
Durante la dictadura
franquista, el galleguismo se mantuvo fundamentalmente en el exilio.
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